La alimentación saludable y el ejercicio regular disminuyen la necesidad de medicación en hipertensos 

Un estudio llevado a cabo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur, liderado por Alan Hinderliter, y presentado en la “Joint Hypertension 2018 Scientific Sessions” de la Asociación Americana del Corazón, celebrada en Chicago, muestra que, tras 16 semanas de modificaciones en el estilo de vida de hombres y mujeres hipertensos, disminuía notablemente la necesidad de medicación para el control de la hipertensión.

Estas modificaciones consisten en llevar a cabo una dieta tipo DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension), basada en el consumo de frutas, verduras y lácteos bajos en grasa y en moderar el consumo de carnes rojas, sal y dulces y en la práctica de ejercicio de forma regular.

El estudio se llevó a cabo con 129 hombres y mujeres de entre 40 y 80 años con sobrepeso u obesidad y presión arterial alta (entre 130-160 de sistólica/80-99 mmHg de diastólica). Ninguno de ellos tomaba ningún tipo de medicación para disminuir la presión sanguínea cuando comenzaron en la investigación, aunque la mitad de ellos era candidatos para comenzarla. Cada uno de los participantes fue asignado de manera aleatoria con un tipo de intervención con una duración de 16 semanas. A uno de los grupos se les sometió a un cambio en el contenido de la dieta, un programa de control de peso y ejercicio supervisado tres días a la semana. A otro grupo se les cambió únicamente la dieta. El último grupo no realizó ningún cambio en su estilo de vida.

Al terminar la investigación, pasadas 16 semanas, se comprobó que los participantes del primer grupo habían perdido más de 8 kilos y reducido la presión arterial en 16mmHg sistólica y 10 mmHg diastólica. La presión arterial de aquellos que solo cambiaron el plan de alimentación, disminuyó, pero menos: 11 mmHg sistólica/8 mmHg diastólica. Sin embargo, en el grupo que no cambió sus hábitos de alimentación apenas disminuyó su presión arterial.

En cuanto a la medicación, únicamente el 15% de los pacientes que habían cambiado su dieta y su actividad física necesitaba medicamentos antihipertensivos después de 16 semanas. En el segundo grupo, el 23% siguió necesitando medicación. En el último grupo, el que no realizó ningún cambio en sus hábitos, no se apreció ningún cambio favorable en cuanto a la posibilidad de restringir la medicación.

Para el investigador, estos resultados apuntan a que los cambios en el estilo de vida también favorecerían a personas con riesgo de enfermedades cardiovasculares y a aquellos que ya toman medicamentos antihipertensivos, aunque será necesario llevar a cabo más estudios para confirmarlo.

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