Una buena dieta está siempre complementada con una rutina de ejercicio físico, aunque sea mínimo, y cada vez más estudios lo afirman. Por ejemplo, para empezar, una investigación realizada en EEUU señala que caminar regularmente, aunque sea debajo del nivel mínimo recomendado, está asociado con menor mortalidad por todas las causas. 120 minutos, o incluso menos, de caminata semanal de intensidad moderada ya ayudan a nuestro cuerpo.
“Hay un tremendo beneficio para la salud simplemente salir a caminar», señala el investigador principal e investigador de la Sociedad Estadounidense del Cáncer Alpa Patel. Esta pequeña cantidad de ejercicio físico “es simple, gratuito y no requiere ningún entrenamiento”. Además, añade que es “la actividad ideal para la mayoría de estadounidenses, especialmente a medida que envejecen”.
El ejercicio físico para las mujeres posmenopáusicas
Otro estudio, realizado en Dinamarca, apunta en la misma dirección pero de una manera más concreta: las mujeres posmenopáusicas que practican ejercicio de alta intensidad de maner regular pueden ayudar a mitigar la disminución en la sensibilidad a la insulina y otros parámetros asociados a la menopausia.
«Las mujeres posmenopáusicas aumentaron la sensibilidad periférica a la insulina, la absorción de glucosa estimulada por la insulina del músculo esquelético y la masa muscular esquelética en la misma medida que las mujeres premenopáusicas después de 3 meses de entrenamiento de alta intensidad«, afirman los autores.
“Muchos factores de riesgo que pueden reducir la esperanza de vida y la salud después de la menopausia pueden mejorar con entrenamiento de ejercicio regular”, señala el Dr. K. Sreekumaran Nair, investigador estadounidense.
Se trata de un hallazgo importante, ya que después de la menopausia se producen muchos cambios en la distribución de la grasa y la sensibilidad a la insulina, lo que lleva a más riesgo de enfermedades cardiometabólicas.