A dieta: comer en un restaurante de cocina castellana sin engordar

sopa

A pesar de la amplitud de su oferta, podemos hacer un recorrido abreviado por los lugares comunes de este tipo de cocina. El cordero, el cochinillo, el bacalao, los callos, el conejo, la gallina y la caza son constituyentes básicos de esta zona. En general, los platos de la cocina castellana son platos con un contenido importante de calorías, lo que determina moderar su cantidad.

Los potajes, el pisto manchego (con manteca de cerdo y panceta), los gazpachos manchegos (con conejo, pan ácimo y bastante aceite), los gazpachos de Cuenca (con pan, patata y aceite), las gachas y las migas manchegas (con chorizo, longaniza, papada de cerdo y harina de almortas) son algunos ejemplos. Ya hemos mencionado el cocido madrileño. Un plato que, prescindiendo de la sopa, si no está debidamente desgrasada, y de los componentes grasos (tocino, chorizo y morcilla), no representa ningún problema.

Las huertas, los montes y los ríos de las dos Castillas proveen a su cocina de gran variedad de manjares aptos para elaborar una rica y saludable «dieta gourmet». Atendiendo a las estaciones, la cocina castellana nos ofrece relevantes platos para gozar sin engordar.

• Menestra palentina de doce verduras
• Espárragos de Tudela sobre patata hervida
• Revuelto de hongos, setas y trigueros
• Congrio en salsa verde (no mojar pan)
• Cangrejos de río salteados al pimentón
• Trucha a la parrilla rellena de jamón (prescindir del tocino)
• Perdiz en escabeche templado
• Conejo asado con sarmientos y mostaza
• Pichón estofado en su propia sangre
• Asado de lechazo churro (las tajadas magras)

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