Peligros de los envases y aditivos alimentarios

La Academia Americana de Pediatría acaba de publicar en Pediatrics un informe sobre la necesidad de revisar las políticas reguladoras para proteger a la población de los efectos fisiológicos y cognitivos de los envases y aditivos alimentarios, ya que consideran que los criterios de seguridad actuales son simplistas y están anticuados; siendo la población infantil la más vulnerable, dado que la exposición a estas sustancias en los niños es proporcionalmente mayor al tener menor peso que un adulto y tener sus órganos de detoxificación aún inmaduros.

Muchas de estas sustancias no han sido evaluadas suficientemente, o no se ha contemplado sus efectos como disruptores endocrinos (capacidad de alterar el equilibrio hormonal), o sobre el desarrollo del cerebro, y sus repercusiones sobre la salud infantil aún son desconocidas.

Por parte del consumidor, conviene recordar que es aconsejable decantarse por las frutas y vegetales frescos, limitar el consumo de comidas altamente procesadas y evitar calentar en el microondas bebidas o platos en envases de plástico.

Existen dos categorías genéricas de aditivos: Aditivos indirectos, que se refieren a las sustancias contenidas en los materiales en contacto con la comida, como adhesivos, pigmentos, revestimientos, papel, cartón, plástico y otros polímeros. Los Aditivos directos incluyen colorantes, conservantes y potenciadores del sabor añadidos a los alimentos durante su procesado.

En ambas categorías, los autores han identificado los seis tipos de aditivos más peligrosos, basándose en la evidencia recopilada hasta la fecha:

Bisfenoles: Utilizados en la manufactura de recipientes de comida y botellas, estos compuestos se han asociado con disrupción endocrina y del desarrollo neurológico, actividad obesogénica, modificación del momento de la pubertad, disminución de la fertilidad, alteraciones neurológicas y del desarrollo inmunológico. Un Bisfenol, el Bisfenol A, ya se ha prohibido en la fabricación de biberones y vasitos para bebés.

Ftalatos: Presentes en el film de plástico, en las pajitas de plástico y en envases plásticos, también se han asociado con la disrupción endocrina y actividad obesogénica, asimismo afectan al desarrollo sexual de los varones, pueden contribuir a generar obesidad infantil, resistencia a la insulina y también enfermedad cardiovascular.

Perfluoroalquilos: Se utilizan en la manufactura de papel de horno y envases de cartón. Se han asociado con inmunosupresión, disrupción endocrina, alteración de la función tiroidea y bajo peso al nacer.

Perclorato: Se añade a menudo a los envases de comida seca para controlar la electricidad estática. Se ha demostrado que altera la producción de hormona tiroidea, pudiendo afectar la función cognitiva en los recién nacidos, particularmente si la madre ha estado expuesta en el primer trimestre de embarazo.

Nitratos y Nitritos: Son aditivos directos en los alimentos que se utilizan como conservantes y potenciadores del color en carnes curadas y procesadas, pescado y queso. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer los clasificó en 2006 como “probable carcinógeno humano”. Existe una preocupación desde hace mucho tiempo relativa a su uso porque se han asociado con cáncer del sistema nervioso y gastrointestinal y con la metahemoglobinemia en los niños.

Colorantes alimentarios artificiales: Añadidos con frecuencia a productos para resultar más atractivos a los niños, como las bebidas de zumos, se han asociado en algunos estudios con un aumento del riesgo del Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad. Aunque su mecanismo de acción aún no está completamente dilucidado y los investigadores afirman que debería interpretarse con cautela, recomiendan que se lleve a cabo una reevaluación rigurosa de los colorantes artificiales para establecer su seguridad.

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