La Dieta Luzón se basa en un concepto “gastronómico” del tratamiento, conjugando sabores apetecibles con las proporciones adecuadas para adelgazar. El defecto de muchas dietas es la monotonía de los platos, donde prevalece el fin (adelgazar, principalmente) sobre el disfrute de los sentidos (que es el fundamento de la gastronomía).
Sobre esta premisa, Ana Luzón elabora los menús semanales, siempre partiendo de la base de que no todas las personas son iguales. Hay muchas diferencias en el comportamiento de los organismos a igualdad de sexo, edad, estatura y actividad física. Por esta razón, en la primera consulta:
- Se realiza una historia clínica en la que se analizará todo el organismo, antecedentes familiares, alergias, enfermedades previas, gustos personales, y tipo de vida.
- Debe rellenarse un cuestionario en el que el paciente reflejará sus hábitos alimenticios previos.
- Se recogen las medidas corporales, de peso y de tensión arterial.
- Se requiere una analítica hemática que, o bien aportará si no es de una antigüedad mayor a seis meses, o bien se le prescribirá si los parámetros que contenga no son suficientes a la vista de la historia clínica.
Con toda esta información ya se está en condiciones de elaborar un tratamiento adecuado. En el plazo de unas 24 horas se entrega una dieta semanal con cinco comidas diarias. Siempre se adecuará a los gustos y tipos de vida y donde se intentarán incluir algunos de los “caprichos”: vino, chocolate, palomitas en el cine, etc. En caso de necesitar un tratamiento farmacológico, se prescribirá una vez se cuente con el resultado de la analítica.
Al finalizar la semana deberá acudir a la consulta para revisión, donde se analizará la pérdida/ganancia de peso obtenida (en función de lo que se busque) y se estudiarán el nivel de motivación y las dificultades para llevar a cabo el tratamiento, en caso de que las hubiere. Cuando se haya alcanzado el peso deseado se realizará un tratamiento de mantenimiento durante dos semanas consecutivas, en las cuales se irán aumentando las calorías de forma progresiva hasta llegar al nivel normal para cada persona. De este modo se evita la recuperación de peso ya que, si se hace de forma brusca, el organismo tiende a ganar parte de lo que se le ha “robado”.
El fin último que se persigue es que el paciente reciba una formación nutricional de modo que, al finalizar el tratamiento, haya aprendido a manejar los alimentos de forma adecuada y agradable para poder disfrutar comiendo sin recuperar/perder peso y estar en óptimo estado físico y psíquico.