Una vez terminadas la Fiestas y comenzado el Nuevo Año, nos sentimos con un espíritu mezcla de culpa, empacho y ganas de empezar el año de modo saludable. Para ayudar a esto último, vamos a dar unas pautas simples pero eficaces para volver a la normalidad.
Los desayunos es conveniente que incluyan fruta fresca, bien en forma de zumo o de fruta entera. De momento, huiremos de la bollería, galletas, etc., utilizando cereales o pan fresco. También evitaremos el aceite y la mantequilla. Para acompañar el pan utilizaremos quesos frescos y/o un poco de pechuga de pavo o jamón cocido.
A media mañana tomaremos un zumo natural o un yogur.
En el almuerzo debe haber un plato de origen vegetal abundante cocinado con poca grasa y una cantidad de proteínas de origen animal discreta, bien incorporadas al mismo plato vegetal, o como segundo plato. De postre, una pieza de fruta o una infusión.
A media tarde, en función del apetito que tengamos, tomaremos otra infusión y un yogur con fruta fresca o un poco de pan fresco con pechuga de pavo o jamón cocido o jamón serrano.
Para la cena, un buen plato de verdura con un poco aceite de oliva, bien en sopa o sin caldo (por ejemplo, gratinada con un poco de queso rallado) y fruta ácida (kiwi, mandarina, piña, fresón…)
Para volver a la normalidad, este modo de alimentación lo mantendremos al menos durante una semana y al finalizar notaremos que hemos reducido volumen y nuestro organismo nos lo habrá agradecido. Según la magnitud y cantidad de los excesos , habrá que mantener este sistema unos días más.