ENCUENTRAN RELACIÓN ENTRE LA ALTERACIÓN DE LA MICROBIOTA INTESTINAL Y EL ALZHEIMER 

Un nuevo hallazgo que podría suponer el inicio de un posible tratamiento para la enfermedad de Alzheimer se ha presentado en el 31 Congreso Europeo de Neuropsicofarmacología: los pacientes con enfermedad de Alzheimer tienen alteraciones en la microbiota intestinal que pueden estar relacionadas con un aumento de las endotoxinas bacterianas en la sangre.

Para llegar a esta conclusión, el equipo de Nicola Lopizzo, del Laboratorio de Psiquiatría Biológica del Centro IRCCS Fatebenefratelli de Brescia (Italia), realizó un estudio con un total de 55 participantes con el objetivo de investigar los posibles cambios en los microbiomas asociados a la enfermedad de Alzheimer, 30 de ellos con Alzheimer que dieron positivo en la prueba de beta-amiloide, y 25 personas de control sin deterioro cognitivo que dieron negativo en dicha prueba. Además, repitieron esta prueba a los dos y a los cuatro meses para comprobar si persistía con el tiempo esta diferencia sustancial en la microbiota.

Las muestras de sangre que les tomaron mostraron también que los niveles séricos de una endotoxina bacteriana común eran más altos en pacientes con enfermedad de Alzheimer que en personas sanas, lo que puede acercar a la realidad la hipótesis actual de la naturaleza inflamatoria del Alzheimer.

Lopizzo, sin embargo, es cauto y apunta que, aunque existen diferencias en la microbiota entre los dos grupos, todavía no es posible decir en esta etapa qué efectos podría tener cada alteración. El investigador señala que no está claro cuál es la causa de las diferencias en la microbiota intestinal en pacientes con Alzheimer y aquellos que no tienen la enfermedad.

«Nuestros datos sugieren la presencia de una composición específica de microbiota intestinal relacionada con la enfermedad de Alzheimer», afirman los investigadores que, además, sugieren que esto puede desempeñar un papel en la patología de la enfermedad al desencadenar una barrera intestinal más permeable. Hasta ahora se había creído que la inflamación desempeñaba un papel central en el desarrollo de esta enfermedad y este estudio puede ser la confirmación de ello y, por tanto, un primer paso para dar con un tratamiento de Alzheimer enfocado a este órgano.

Otras investigaciones recientes han mostrado cómo la dieta, particularmente los patrones de alimentación en general, pueden estar relacionados con la salud cerebral, el deterioro cognitivo e incluso la demencia a medida que envejecemos, añade Heather Snyder, directora principal de operaciones médicas y científicas de la Asociación de Alzheimer, que también apoyó esta investigación.

Snyder señala que, aunque la dieta y la microbiota intestinal es un área de investigación relativamente nueva para el Alzheimer y otras demencias, sí tenemos indicios sobre la conexión entre el microbioma intestinal y el cerebro y la posible influencia de la microbiota en la salud del mismo.

Además, la experta añade que comprender estas conexiones probablemente nos brindará información valiosa sobre la biología que contribuye a la salud del cerebro y puede abrir la puerta a posibles formas de intervenir enfocadas a la digestión y al comportamiento dietético, pudiendo actuar en ese sentido.

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