Científicos del Hospital Universitario Friedrich Schiller, de Jena (Alemania), han descifrado el impacto antihipertensivo de los ácidos grasos Omega 3 del pescado azul, debido fundamentalmente a ácidos grasos como el docosahexaenoico, que se produce principalmente en los pescados grasos, como el arenque, el salmón y la caballa. Este ácido graso «da lugar a una expansión de los vasos sanguíneos y, en consecuencia, a una disminución de la presión arterial».
Sin embargo, estos efectos no se producen en suplementos alimenticios que contengan ácidos grasos Omega 3. De hecho, se produce el efecto contrario y provoca «efectos contraproducentes», según afirma el Dr. Michael Bauer, uno de los autores de este estudio.