Las personas que consumen un desayuno consistente y una cena más ligera, consiguen perder peso con más facilidad.
Según un estudio realizado en la Universidad de Tel Aviv por Daniela Jakubowicz y colaboradores, al planificar una dieta no hay que valorar solamente qué comer, sino también cuándo hacerlo.
A dos grupos de mujeres obesas les administraron una dieta hipocalórica de 1400 kcal repartidas de dos modos:
- El primer grupo tomaba 200 kcal en el desayuno, 500 kcal en la comida y 700 kcal en la cena.
- El segundo grupo tomaba 700 kcal en el desayuno (la misma comida que la cena del primer grupo), 500 kcal en la comida y 200 kcal en la cena (la misma comida que el desayuno del primer grupo).
El primer grupo perdió un promedio de 3,3 kg y el segundo grupo 8 kg. Además, en el segundo grupo hubo un descenso más importante en los niveles de ghrelina (hormona del apetito), insulina, triglicéridos y glucosa, no existiendo ascensos importantes en la glucosa sanguínea tras las comidas.