Una exposición frecuente al frío leve durante periodos de tiempo sostenidos puede afectar significativamente nuestro gasto de energía. Así lo expone un estudio llevado a cabo por Wouter van Marken Lichtenbelt, del Centro Médico de la Universidad de Maastricht, Países Bajos publicado en “Trends in Endocrinology & Metabolism”.
El equipo constató que las personas se acostumbran al frío con el tiempo. Tras una exposición diaria de seis horas a temperaturas frías por un período de diez días, aumentó el porcentaje de grasa parda (con mayor capacidad termogénica que la grasa amarilla), y a 15ºC se sentían más cómodos y tiritaban menos.
Un grupo de investigación de Japón también encontró una disminución de la grasa corporal después de que los participantes pasaran dos horas por día a 17ºC durante seis semanas.
La exposición regular al frío leve puede ser una manera saludable y sostenible de ayudar a las personas a perder peso. Por otro lado, esto significa que los hogares y las oficinas que son cálidos y agradables podrían ser en parte responsables de que engordemos.
En las personas jóvenes y de mediana edad, la producción de calor para no temblar puede suponer hasta un 30% del presupuesto de energía del cuerpo. Esto significa que temperaturas más bajas pueden afectar significativamente la cantidad de energía que una persona gasta en general.
Por tanto, además de practicar ejercicio, tendremos que entrenarnos para pasar más tiempo en un ambiente frío, lo cual, además nos hará menos vulnerables a los cambios repentinos en la temperatura ambiente.
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